jueves, 2 de septiembre de 2010

Hoy ETA no ha matado a nadie.

Como en una paleta de acuarelas, donde se coloca el color más oscuro primero y disminuye hasta el más claro, la responsabilidad de cada uno sobre el terrorismo se va dilucidando en nuestra querida Navarra y el País Vasco.

Desde el joven que dispara, pasando por el viejo que le anima, hasta yo mismo cuando callo, o un partido político que pretendo asociarse con quien tiene una sentencia judicial que le acredita como terrorista, todos estamos en ese arco cromático de la violencia, y de la amenaza de una posible muerte si damos motivos parecidos a los de la última victima. Todos tenemos algo que decir. Una posición que tomar. Evitando un silencio que da alas y sensación de impunidad a los asesinos.

No somos diferentes a las gentes de otras latitudes que también se han dedicado al exterminio de sus semejantes. Ni tampoco a los que lo han hecho en el pasado. Por lo tanto, debe ser una característica típicamente humana. Que como otros muchos instintos malignos, se puede corregir. O cuando menos evitar.

De la misma manera que se tira un papel al suelo, sin ningún remordimiento en un basurero inmundo o una colilla a un rebosante cenicero, se mata donde otros matan. Mantengamos por tanto, limpio el patio. Que la más mínima señal de violencia sea frenada en su nacimiento. No dejemos que una mierda se junte con otra hasta formar un estercolero donde lo más lógico sea seguir aumentando la suciedad hasta que esta nos ahogue a todos. El primer grumo de suciedad, suele ser, la exaltación de la diferencia. Primero digo que sois diferentes, y luego os mato. Si digo que somos iguales, propongo compartir derechos. Por tanto, no solo desconfiemos de los que nos diferencian, si no que combatámoslos, como a quien más tarde, va a proponer nuestra muerte.

Miguel Zarranz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario