El domingo día tres de Abril, un agradable grupo de entusiastas salimos de Pamplona y muchos otros sitios de España hacia el que ha sido hasta la fecha el más grande encuentro político de UPyD.
A cualquier desconocedor de la causa que nos animaba a realizar el viaje, podía parecerle un tanto pesado hacer mil kilómetros en un día. A nosotros nos pareció la fiesta que se espera con ilusión, un acontecimiento festivo de los que se quedan en la memoria.
Nada hay tan interesante como el interés común por algo. Y si esa afición da pie a la conversación, al intercambio de ideas y proyectos, unas horas en coche se hacen cortas, interesantes y amenas. Porque aunque el contenido principal era lo que en Vistalegre ocurriese, el debate durante el viaje, fué un aperitivo del plato principal, que hizo este mucho más rico.
No voy a negar mis aficiones taurinas. Los aledaños de la plaza de toros, con dos enormes tótems perfilando las escaleras de acceso, con mucha gente con la emoción de un acontecimiento en la cara, me recordaron muchas tardes sanfermineras.
En este caso el magenta de banderas y emblemas, sustituía al rojo de los pañuelos.
Me pareció ver a los reventa dándose una vuelta entre el público susurrando: “pa´lostoros”
Una vez iniciado el espectáculo, las figuras fueron realizando su arte, con una personalidad digna del mejor maestro.
El entusiasmo de nuestros toreros, es contagioso por sincero. Por auténtico. El aburrimiento es un gran mal, y una política aburrida está condenada a morir de inanición.
UPyD interesa porque dice cosas diferentes a las ya gastadas propuestas. Solamente unir donde otros separan, es motivo de alegría. No hacen falta fuegos de artificio para iluminar el cielo de un mitin de Unión Progreso y Democracia, tampoco insultar a los rivales para conseguir un aplauso.
La fiesta de Vistalegre, tendrá sus réplicas en todas partes. ¡Cambiaremos la queja por las propuestas! El miedo al futuro por la convicción de que solo haciendo algo diferente, podemos cambiar un presente gris, por un mañana luminoso.
¡Juntos podemos!
Miguel Zarranz
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